1. Organizar el espacio: es importante tener todo a mano y ojalá en el mismo sitio. Podemos gastar mucho tiempo buscando el cuaderno para revisar la tarea, las partituras o el lápiz para hacer alguna anotación, hay que evitar que los niños tengan esta excusa para no sentarse a practicar o estarse parando durante la práctica.
2. Tener un horario: esto nos va a ayudar a crear buenos hábitos en nuestros hijos. La mejor manera de crear un hábito es repetir la misma acción las veces que sea necesario hasta que se vuelva automática, tal como lo hacemos con la hora de levantarse, el baño, el lavado de dientes u otras actividades. Este horario se puede dividir en varios momentos durante la jornada diaria, dependiendo de la edad del niño, su capacidad de concentración y las actividades que éste tenga que realizar.
3. Crear un ritual de práctica: es decir, una serie de actividades que se realicen siempre antes, durante y después de la práctica. Por ejemplo, lavarse las manos, “quitarle la pijama” al instrumento (sacarlo de su estuche, quitarle el forro, abrirlo, ponerle pez o resina al arco…), abrir la tarea en el cuaderno, leerla, afinar, empezar a tocar, terminar con un pequeño concierto y “acostar” al instrumento (volver a guardarlo).
Muy posiblemente los niños tienen una serie de tareas asignadas por el profesor como repasar repertorio, leer alguna pieza nueva, tocar escalas, arpegios, ejercicios técnicos, etc., es importante tratar de seguir el orden sugerido, siendo a la vez flexible, pero incluyendo toda la tarea.
4. Acompañar al niño en la práctica: aunque los padres viven muy ocupados hay que tener en cuenta que tu hijo por sí solo no va a practicar, y menos si es pequeño, él o ella necesitan de tu acompañamiento, ejemplo y apoyo.
5. Recompensar la actividad: reconocer con gestos y palabras el hecho de practicar. Es muy importante y motivador para los niños, independientemente de lo bien o no que ha ido la práctica. Un “estamos mejorando, te felicito”, “qué bueno que pudimos practicar hoy, mañana nos saldrá mejor”, “estoy muy orgulloso(a) de tí por dedicar este tiempo a practicar”, así como un abrazo y un beso pueden hacer toda la diferencia para que tu hijo ame este espacio y cada vez sea más fácil estudiar su instrumento.